jueves, 7 de marzo de 2019

pocas veces (mentira) la sensación tan vívida, tan violenta, de que escribo porque quisiera que pase otra cosa (o que hubiera pasado) (algo distinto).


ay la poesía me cuesta
no me gusta la poesía de lo cotidiano
ya fue
me aburre
ya estuvo
necesitamos otra cosa
pero me cuesta creer
(qué digo, ¿creer?)
en las formas clásicas
en la idea de que la poesía
es ante todo metáfora
en los recursos poéticos
en la imagen poética
anclada en la comparación.
las cosas son las cosas
y cada cosa es
sólo igual a sí misma
crecí siendo víctima de comparaciones
sometiendo a los demás
a las mías
tal vez sea por eso
que prefiero
respetar las identidades
individuales
de las cosas
no comparar
no subyugar
no acercar.
mantener
las distancias
una cosa es una cosa
y otra cosa es otra cosa

como me dicen a veces
cuando me desespero
no te confundas

sábado, 23 de febrero de 2019

alguna vez dije
entre judíos me siento nazi
y entre gois
muy judía

hoy pienso que no es algo propio eso
(con propio quiero decir único)
sino
también heredado

creo que a todos nos pasa 
y que es parte del problema
es como el chiste del club
en el que si te aceptan
no querés entrar

(le prohibieron la manzana
sólo entonces la comió)

la verdad es que en el fondo
si soy o no soy
me es irrelevante
(salvo
para hacer chistes
inventar patrones)

pero el otro día estaba en una clase 
-y era el país de la inquisición-
y alguien dijo
el sistema financiero estadounidense
(o sea todo)
está controlado por los judíos, y que si es evidente
y si es cierto
por qué no puede
decirse

parece que no basta con estar mal para escribir poesía
hay que mover alguna pieza extirpar 
alguna otra 


miércoles, 20 de febrero de 2019

como la vida titilante del fuego

lo que me aturde es la experiencia
qué se hace
dónde
se guarda
(por qué guardar)
dónde se piensa
(por qué pensar)
dónde se organiza
(por qué)

“te gusto aunque no pueda leer esto
aunque no entienda la segunda parte de esta frase
del corán tallada en la piedra
de este muro?”
yo te odiaba
pero te hacías gustar tanto
qué hago con todo eso?
no quiero que se me olvide
ni me atormente
ni que se transforme en un deseo 
secreto
agazapado
no: no quiero querer eso
porque después cruzaste
sin detenerte, sin dudarlo
las líneas que yo había, sin saber, marcado sobre los límites de mi deseo
de mi confianza.
(y atrás hay ruinas)

yo pensé que no tenía líneas
que mi deseo soportaba cualquier cosa o casi
que se redibujaban todos los días
o que podía moverlas con apenas un poco de
estupidez,
de desatención.

pero esta vez fue distinto.
vos las cruzaste y me quedé
del lado de acá sin titubear,
lejos.
sola con los recuerdos de lo que había sido hermoso
tratando de rescatarlos
de esa catarata de espanto cuyo dique destruíste
de un solo gesto
inmediato
intempestivo

trato de deshacer la continuidad
intachable
entre vos
y tu crueldad

trato de salvarte
también a vos
pero sobre todo
de convencerme
de que no necesito
eso

de que van a nacer
también otros espacios
de encuentro en el abismo
en suelos sublimes
en códigos inequívocos

estábamos en tu cama, apenas nos conocíamos y te leí 
nadie duerme en este mundo
 (no me trabé ni una vez
creo)
mirabas el tejido de la sábana
con excesiva atención.

y fue verdad:
(como sólo son verdad esas cosas que se vuelven ciertas con el tiempo)
te perdiste

yo quería mucho enamorarte
con cierta prescindencia
me arrepiento de eso
pero no del todo
(quién puede arrepentirse
de haber querido enamorar)
sino quizás solamente
de no haber leído la advertencia
la debilidad de tu dique de contención

pero gracias:
me hiciste sentir, por primera vez,
la realidad de mis límites
su existencia
su poder
mi poder

la teoría del valor de la ruina de la que hablabas tiene que ver con esto:
es un hecho estético en contra del olvido
aunque se derrumbe un día
va a seguir habiendo sido hermoso
y siendo hermoso

se vive como si siempre volviera, una y otra vez, a ser hermoso
como si siempre fuera a ser hermoso
como si pudiera si quisiera repetirlo
para siempre
sin cansarme
sin odiarte

hablar de la ruina para que no sea degradación 
que no nos lleve a la muerte
por eso puede ser vitalista,
y no mortuorio

ahora, esta lengua
toda esta lengua que fue sobre todo tu lengua
me espanta
me repugna
a mí
que había querido tenerla toda
apropiármela toda y que sea totalmente clara para mí
me espanta
me expulsa

me aturde

sábado, 15 de diciembre de 2018

desde que estoy acá respiro
como respiraba mi abuela
(como la recuerdo) (como la imito)
la boca se me abre en un suspiro grande
busca una vía libre
hasta el estómago


como si me faltara
como si todo adentro estuviera al vacío
y se me abriera la boca de pronto en un impulso mecánico
para llenarme


¿alguna vez vieron morir una raya?
es casi como ver a alguien ahogarse
es ver a alguien ahogarse
pienso, aunque nunca había visto a nadie
ahogándose.
no había visto
la muerte, su instante preciso
(mentira: he matado
hormigas, arañas, bichos de todo tipo)


fue un gesto de desesperación que me pareció humano,
de un animal del que ni siquiera sabía que tenía una boca, y se ahoga como nosotros pero
al revés, es decir fuera del agua, y
se retuerce hasta quedar con la abertura -digo, boca-
hacia arriba para abrirla mejor, y tiembla, y tiene espasmos,
igual que los tendría, imagino, una persona que se ahoga,
y abre esa boca que es un agujero como el nuestro pero más grande en ese cuerpo
más pequeño, es una proporción muy grande de ese cuerpo como para no salvarlo;
y sin embargo no consigue, es sólo gesto,
un reflejo diría
la ciencia supongo,
como los nuestros; alejar partes sensibles de las fuentes de calor, de las fuentes de dolor, la mecánica de protegerse
el movimiento que no tiene
que ver con la voluntad -no siempre, digo-
que entre aire, que entre aire, que entre aire


la raya se paraliza de súbito.
rodeada de turistas
sus últimos momentos fueron
con flashes, con espectadores, con compañía, con atención
no los habrá visto
más que como una parte, tal vez curiosa, de la agonía,
sacan fotos, filman, gritan, suspiran
y se asombran. hay niñitas que chillan agudo, entre el espanto y la diversión.
(igual que hace unos minutos, cuando se aproximaban demasiado al agua gélida
y no llegaban a evitar el contacto.)
y el pescador la envuelve en la misma red que se tensaba bajo la raya desesperada
y se la lleva, muelle adentro, hacia la orilla
para venderla

tengo todos los espíritus amarrados
adheridos a mi piel
como si una capa fuera mía, la primera -desde adentro-
y el resto
de todos ustedes
los demás


por qué vuelven siempre
(cada ciertos giros, como las caras de un trompo
que son limitadas
pero se suceden)
los olores
de otras cosas
que están lejos
el olor de mi abuela muriendosé
bajo el aparato respiratorio
el olor a san telmo por la tarde, con el cielo turquesa, oscurecido en invierno
a frío y a sahumerio y a polvo bien cotizado y artesanía
por qué esa piel
esa piel
de alguien en particular
y no de quienes vinieron después y hasta quise más


el tiempo pasa de maneras tan raras
me convencí tanto de que no
de que no pasaba
repitiendo el ritual en la misma mesa del mismo barrio del mismo bar
la misma cerveza
con mis amigas
las mismas
quisimos conjugar la eternidad -el que piensa pierde-


me convenzo de que somos eso, de que
vamos a hacer eso por años
hasta que el hígado nos obligue a mudar los sabores,
los detalles


pero desde acá, de lejos, desde donde las cosas se ven
cambiar un poco
entiendo que esos veranos en que pensaba que era así, que iba a ser así
fueron sólo una noche,
y esa noche fue sólo esa noche
en que pensé en eso como en una maldición


cada noche es sólo cada noche
y no la premonición de noches iguales -felices- que se seguirán


el zaguán sur cerró para siempre
ahora los espíritus tocan en estadios
suenan en la radio
hacen giras

jueves, 14 de septiembre de 2017



Amanecíamos en Constitución con el sol en la cara porque no había cortinas, hacíamos el amor y comíamos y fumábamos hasta que ya no hubiera sol, intentábamos a veces salir y no podíamos, salir a comprar facturas, salir a comprar sanguchitos, salir a comprar pasta, bajar a tomar una birra al bar nuevo el único bar. Yo pensaba que todo iba más o menos bien charlando con el tucumano dueño del bar top en la cuadra más fea del barrio; birra artesanal comida horrible a una cuadra de la estación, el tano que caminaba canchero, con capucha, como si hubiera sido de ahí desde siempre, como si hubiera nacido en Tacuarí y Garay, como si no importara; como si Roma no quedara lejos sino a la vuelta de la esquina; soñaba siempre con Roma y con Constitución; se soñaba siempre perdido en la estación y siendo de noche, todos hablando un idioma extraño, como en la vida real casi; me soñaba sin monedas para el bondi, que me perdía y a mis sueños no había llegado el teléfono, que me perdía y no conocía a nadie, que me perdía y eran todos enemigos.
Pero amanezco viendo ese balcón y la calle Tacuarí, y ya no me acuerdo de que no podía pisar ese barrio por la tristeza, y siempre hay la cruz de la iglesia de la otra cuadra que se asoma por entre las construcciones para encuadrarse justo en la ventana del tano que miramos con las cabezas en la almohada; y nos saluda de mañana, nos recuerda que somos demasiado profanos, que si me dejara llevar un poco más, que si fuera más curiosa, que si quisiera tener algo que hacer los domingos. Y el tano que, estábamos bien, se despierta y me abraza con un brazo y mira el cielo azul, y me dice viste cuando estás tranquilo y entonces cualquier cielo parece el de un lugar hermoso, como si estuviéramos en un barco en el océano o en el campo; pero debe ser porque estamos bien, debe ser solamente por eso. Le digo que no, que es un día hermoso, que quizá deberíamos salir de ese primer piso de Tacuarí que son tantas habitaciones y tantos pasillos. El propietario era hijo de una mujer dueña de no sé bien cuántas otras cosas, y cada tanto llegaba sin avisar, subía su bicicleta, se daba una ducha si hacía demasiado calor, se acostaba en el sillón a fumar, como todos ahí, parecía ser lo único que podía hacerse, y se olvidaba de cobrar lo que venía a cobrar.
Pero no salimos: oímos a Vedran caminando en su habitación, lo imaginamos en calzones y con ojeras y diciendo muy enojado la puta madre porque sí, de la manera en que lo hubiera dicho Luca, con el mismo acento porque el croata hablaba como tano y el tano como porteño en ese primer piso de ninguna parte; y se ponía a cocinar cosas y las dejaba ahí para que nos alimentáramos, sin preguntar; yo aprendí entonces algo de la amistad, y sin embargo hacíamos el amor sin importar que nos oyera; supongo que tampoco le importaba demasiado aunque después veíamos la sombra en sus ojos un poco triste de extrañar a alguna chica o a cualquier chica.
A veces les leía pedazos de ese poema que encontraba pintado en una pared cuando encaraba el camino de vuelta a casa. Nunca conseguía acordarme más de dos o tres versos: Es la mañana en Constitución / las apariencias no engañan / las cenizas dentro y fuera de las casas / siempre me acordaba de un verso distinto, aislado: Tus piernas, Constitución, / bañadas en combustible / llevan y traen tus fieles / diseminados por Buenos Aires / con sus dioses trenes / huyendo al sur a poblar el desamparo… Y cada vez que lo encontraba de nuevo prometía recordarlo entero, y fracasaba.
El tano quiere hacerse amigos en la ciudad y los invita a comer empanadas; estamos todos y las empanadas queman, todos tirados comiendo empanadas hablan de salir a bailar, o de salir a algo. Pero no salimos, de nuevo no salimos; y es viernes, el tano me muestra la música que pasaban en el bar donde trabajaba allá, sirviendo tragos en un boliche orible, orible.
Entonces tomamos vino y bailamos un rato arriba del sillón, en la oscuridad. Un poco de la luz del monitor de su computadora se filtra por el vidrio esmerilado de la puerta de la habitación, cubierta a medias por una chapa de metal, toda la intimidad de la que gozamos.
Todavía yo en el sillón y él parado en el piso me abraza, hundiendo la cara en mi panza. Nos despedimos un día en la boca del subte de la estación; tengo una foto donde hay una parte del cielo azul que también ese día brillaba, un pedazo de su remera celeste y otro de la boca de la línea C, y las tres cosas casi ni se distinguen.

miércoles, 1 de febrero de 2017

los problemas
siguen siendo
los mismos

no creemos en el paraíso, somos materialistas
el alma
es una dinámica específica de los órganos, y eso
no lo hace
menos mágico

martes, 4 de octubre de 2016

levanté la vista y vi la luz
que entraba, atravesando el corte de un vidrio
del vitral
un vidrio azul
pero la luz entraba
no azul,
sino muy pálida
nada de azul
entraba directa, indiferente
como si no
se supiera
tortuosa
justo en los ojos
-los míos- que la miraban

no sé si estaba o si apareció justo
cuando levanté la vista
pero PERO
entonces me pareció ver a dios.

capaz me lo inventé, uno
siempre inventa
a dios, uno
siempre inventa las cosas
pero me pareció bastante similar a lo que
me habían contado de él.
bastante similar a lo que
me imaginaba de dios.

pero entendí que quizá esta vez sí
era distinto
de modo que volví la vista al suelo
baldosa fría
una vez más
baldosa fría
y demoré apenas
en ajustar el círculo
de espinas que
ya no dolía casi alrededor del muslo.

corazón de tijeras

corazón de tijeras